Juan 7:25-31
25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle? 26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo? 27 Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. 28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. 29 Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. 30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. 31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
REFLEXIÓN
Como Cristianos e hijos de Dios, debemos tener mucho cuidado de las personas que se acercan o quieren ser partícipes en nuestra vida, porque existen en gran cantidad aquellas que traen malas intenciones en contra de nuestra fe y nuestra vida cristiana; éste tipo de gente solo quiere sembrar cizaña y llenarte de dudas sobre tu fe para que reniegues y desconozcas a Dios como tu Señor y salvador; por ello es importante que nos fortalezcamos en el conocimiento de la palabra de Dios contenida en las sagradas escrituras, y en nuestra comunión diaria con Dios.
El conocer la palabra de Dios y tener una buena comunión con Él, nos llena de autoridad. La palabra de Dios tiene tal autoridad que cuando la usamos para guiar nuestra vida, nuestras actividades cotidianas, e incluso cuando la compartimos con las personas a nuestro alrededor, nada ni nadie puede evitar que lluvia de bendiciones se derrame sobre nuestra vida; y aquellos que nos persiguen y hostigan por nuestra fe, se quedan sin argumentos para atacarnos, mas terminan rindiéndose ante la majestuosidad y la gloria divina de nuestro Dios y salvador Jesucristo, el cual llega a transformar sus vidas si nosotros no desfallecemos en el intento y somos persuasivos e incisivos con la confesión del mensaje que Dios tiene para ellos a través de nosotros.
Basados en lo anterior, los cristianos debemos sentirnos cubiertos con la armadura de Dios, y No tener miedo de identificarnos como verdaderos creyentes y discípulos de Cristo porque tenemos el respaldo del todopoderoso.