La Mujer
Samaritana
Juan 4:1-14
1
Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace
y bautiza más discípulos que Juan
2
(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
3 salió
de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
4 Y le
era necesario pasar por Samaria.
5 Vino,
pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a
su hijo José.
6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del
camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
7 Vino
una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
8 Pues
sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
9 La
mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que
soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
10
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te
dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
11 La
mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde,
pues, tienes el agua viva?
12
¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual
bebieron él, sus hijos y sus ganados?
13
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener
sed;
14 mas
el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua
que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
REFLEXIÓN
Muchas
veces hacemos enemistad con nuestro prójimo desconociendo el mandato divino del
señor, “ama a tu prójimo como a ti mismo”; sin tener en cuenta que al
desagradar, aborrecer, apartar, o maltratar a nuestro prójimo es como si lo estuviéramos
haciendo directamente a Dios.
Busquemos
y reconozcamos a Dios en cada situación que se nos presente porque cada una de
ellas representa un paso y una oportunidad para alcanzar esa fuente de agua viva,
que es el favor y la gracia eterna de Dios en nuestras vidas a través de Jesucristo
quien fue enviado para darnos el regalo más grande que pueda existir, la
salvación y la vida eterna.
La gran
enseñanza que Dios nos deja a través de este mensaje es que Él puede hacer de
cualquier pecador una persona salva, siempre y cuando estemos dispuestos a
cumplir con sus deseos.
En nuestras
vidas pasamos tantas situaciones que nos agobian, nos cansan, nos deshidratan
espiritualmente, las cuales nos pueden llevar a la muerte espiritual; pero el
señor Jesucristo nos dice que existe un remedio 100% seguro y confiable que nos
proveerá de una fuente de agua viva espiritual que jamás se secará y que nos
mantendrá fuertes, felices, dispuestos y que llenará nuestras vidas de
bendiciones, de paz, de amor; esta fuente de agua viva es la presencia de Dios
en nuestras vidas… y para llegar a sentir y vivir en la presencia de Dios hay
un solo camino que es Jesús. Es el mismo Jesús quien dice “yo soy el camino, al
verdad y la vida”; el camino porque solo a través de Él podemos conocer al
padre; la verdad porque es testimonio de las promesas de Dios y de su infinita
misericordia; y la vida porque Él vino a traernos la salvación a todos los que
en Él creemos.
Muchas veces
estamos tan perdidos que no vemos o comprendemos que Dios nos está pidiendo
algo a través de alguien o de alguna situación que se presenta, y con ello
podemos estar despreciando un vaso de agua de vida. Por ello es necesario que estemos prestos y
dispongamos nuestros sentidos para escuchar a Dios y obedecerlo en todo lo que
nos pide porque grande es la recompensa.
En ocasiones
tenemos un encuentro con Dios y Él nos pide cosas que a nuestro parecer podrían
ser imposibles de conceder pero tenemos que llevar siempre presente que todo
cuanto el Señor nos habla o nos pide tiene un solo propósito: “Bendecirnos y
concedernos la salvación”.
Cuando
estamos sedientos espiritualmente y buscamos saciarnos o satisfacer nuestras
necesidades con aguas de consolación que nos ofrece el mundo, es inevitable que
volvamos a sentir sed; mientras que si nos saciamos con agua de la fuente de
vida eterna que es CRISTO JESÚS, jamás volveremos a tener sed.
No hay comentarios:
Publicar un comentario